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Cocaína y cannabinoides
La cocaína actúa principalmente afectando al sistema de recompensa del cerebro, alterando la forma en que se comunican las células nerviosas. Es un potente estimulante y sus efectos se deben a su capacidad para aumentar los niveles de determinados neurotransmisores, en particular la dopamina, la serotonina y la norepinefrina.
Cuando las neuronas del cerebro se comunican, liberan neurotransmisores como la dopamina en la sinapsis, que es el espacio entre neuronas. La dopamina es responsable de las sensaciones de placer, motivación y recompensa. En circunstancias normales, una vez liberada la dopamina, se une a los receptores de la neurona vecina, transmitiendo la señal. Después, la dopamina suele ser reabsorbida por la neurona liberadora a través de una proteína transportadora, que despeja la sinapsis para detener la señal.
La cocaína interfiere en este proceso al unirse al transportador de dopamina y bloquearlo, impidiendo la reabsorción de la dopamina. Esto provoca una acumulación de dopamina en la sinapsis, que sobreestimula la neurona receptora y crea una intensa sensación de euforia y placer. Del mismo modo, la cocaína inhibe la recaptación de serotonina y norepinefrina, lo que provoca efectos adicionales como un aumento del estado de ánimo, de la energía y del estado de alerta.
Esta alteración de la regulación de los neurotransmisores da lugar al clásico "subidón" de la cocaína, caracterizado por sensaciones de euforia, aumento de la confianza, incremento de la energía y, a menudo, mayor concentración o sensación de invencibilidad. Sin embargo, este subidón suele durar poco, desde unos minutos hasta una hora, dependiendo del método de ingestión. Cuando los efectos desaparecen, la gente suele experimentar un "bajón" caracterizado por fatiga, irritabilidad, depresión y un fuerte deseo de consumir más cocaína.
Más allá de sus efectos sobre los neurotransmisores, la cocaína también tiene importantes efectos sobre el organismo. Al aumentar la norepinefrina, que interviene en la respuesta de "lucha o huida" del cuerpo, la cocaína provoca cambios fisiológicos como el aumento de la frecuencia cardíaca, la constricción de los vasos sanguíneos, la elevación de la presión arterial y el aumento de la temperatura corporal.
Los cannabinoides sintéticos imitan los efectos de los cannabinoides naturales, como el THC, pero a menudo con mayor potencia y efectos más impredecibles. Interactúan con los mismos receptores del sistema endocannabinoide del cuerpo, en particular los receptores CB1 y CB2, pero con distintos grados de potencia y eficacia en comparación con los cannabinoides naturales.
El sistema endocannabinoide interviene en la regulación de muchas funciones fisiológicas, como el estado de ánimo, la sensación de dolor, el apetito y la memoria. Los cannabinoides sintéticos, como los que se encuentran en productos como K2, Spice u otras "drogas de diseño", están diseñados para dirigirse a estos mismos receptores. Sin embargo, a diferencia del THC, que es un agonista parcial (lo que significa que activa los receptores hasta cierto punto), muchos cannabinoides sintéticos actúan como agonistas completos, lo que significa que se unen a los receptores y los activan por completo, a menudo con efectos mucho más potentes. Esto conduce a un mayor nivel de estimulación de los receptores, lo que puede provocar respuestas más intensas y, a menudo, perjudiciales.
Por ejemplo, un cannabinoide sintético como el JWH-018 o el AM-2201, que suelen encontrarse en estas mezclas de drogas sintéticas, se unen a los receptores CB1 del cerebro con mayor afinidad que el THC. La sobreestimulación de los receptores CB1 puede afectar a la liberación de neurotransmisores como el glutamato y el GABA, que ayudan a regular el estado de ánimo, la cognición y el control motor. El desequilibrio causado por una estimulación excesiva puede provocar un comportamiento errático, trastornos cognitivos e incluso convulsiones.
Dado que la estructura química de estos compuestos varía ampliamente, los efectos sobre el cerebro y el cuerpo pueden diferir significativamente de un lote a otro. Por ejemplo, mientras que la acción del THC sobre el receptor CB1 provoca un conjunto relativamente conocido de efectos psicoactivos, los cannabinoides sintéticos pueden causar resultados extremos y variados.
Los receptores CB2, que se encuentran principalmente en el sistema inmunológico, también se ven afectados por los cannabinoides sintéticos. Cuando los cannabinoides sintéticos se unen a estos receptores, pueden causar una desregulación inmunológica, contribuyendo a peligrosos efectos secundarios como daños en los órganos o inflamación aguda en diferentes partes del cuerpo.
La combinación de cocaína y cannabinoides sintéticos puede dar lugar a efectos altamente impredecibles y peligrosos debido a las formas contrastadas en que estas sustancias interactúan con el cerebro y el cuerpo. Estos son algunos de los posibles efectos combinados:
- Complicaciones cardiovasculares: La cocaína por sí sola aumenta el ritmo cardíaco y la presión arterial. Los cannabinoides sintéticos pueden causar picos aún más significativos en la presión arterial y ritmos cardíacos anormales. Combinados, pueden provocar graves problemas cardiovasculares como infartos, derrames cerebrales o arritmias.
- Psicosis y alucinaciones: La cocaína puede causar agitación, paranoia y alucinaciones en dosis altas. Los cannabinoides sintéticos son conocidos por causar paranoia extrema, ansiedad y episodios psicóticos. Juntos, pueden aumentar estos riesgos, provocando alteraciones mentales graves y mayores probabilidades de violencia o comportamiento errático.
- Convulsiones: Ambas drogas se han relacionado con las convulsiones. La cocaína reduce el umbral convulsivo y los cannabinoides sintéticos, debido a su alta potencia, también pueden desencadenar convulsiones. La combinación aumenta significativamente la probabilidad de sufrir ataques o convulsiones, que pueden poner en peligro la vida.
- Deterioro de la salud mental: El consumo crónico de ambas sustancias puede provocar problemas de salud mental a largo plazo. La cocaína puede causar depresión, ansiedad y déficits cognitivos con el tiempo, mientras que los cannabinoides sintéticos se han relacionado con trastornos psiquiátricos más graves, como psicosis prolongada y tendencias suicidas.
En definitiva, recomendamos evitar esta combinación.
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