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"We had some social constructivism, actor-network theory, and rave assemblages"
¿Cómo estudian los sociólogos y antropólogos el consumo de sustancias?
¿Ha leído artículos sobre cómo afecta el tabaco a la memoria?
¿Cómo ayuda tal o cual sustancia a combatir la depresión, el dolor físico o incluso el cáncer?
¿Qué sustancias psicoactivas son eficaces como analgésicos?
Esta publicación trata de otra cosa.
Esta publicación trata de los enfoques sobre el papel público de las sustancias psicoactivas ilícitas que ofrecen los investigadores e investigadores sociales. Sus ideas y teorías son a menudo contraintuitivas, y ahí radica su valor: aportan nuevas perspectivas sobre las sustancias psicoactivas y su funcionamiento en las sociedades humanas contemporáneas.
Rechazando el enfoque estigmatizador y sin reducir el consumo a una "adicción" o un "problema", presentaremos la relación entre las personas y las sustancias psicoactivas como un espectro de posibles modalidades: monstruosidad, interacciones sociales y "apego".
¿Cómo estudian los sociólogos y antropólogos el consumo de sustancias?
¿Ha leído artículos sobre cómo afecta el tabaco a la memoria?
¿Cómo ayuda tal o cual sustancia a combatir la depresión, el dolor físico o incluso el cáncer?
¿Qué sustancias psicoactivas son eficaces como analgésicos?
Esta publicación trata de otra cosa.
Esta publicación trata de los enfoques sobre el papel público de las sustancias psicoactivas ilícitas que ofrecen los investigadores e investigadores sociales. Sus ideas y teorías son a menudo contraintuitivas, y ahí radica su valor: aportan nuevas perspectivas sobre las sustancias psicoactivas y su funcionamiento en las sociedades humanas contemporáneas.
Rechazando el enfoque estigmatizador y sin reducir el consumo a una "adicción" o un "problema", presentaremos la relación entre las personas y las sustancias psicoactivas como un espectro de posibles modalidades: monstruosidad, interacciones sociales y "apego".
Trayectorias profesionales de los consumidores de sustancias
Una de las principales obras de los modernos estudios sobre drogas es Outsiders, de Howard Becker, un clásico de la sociología moderna. Becker siempre se ha centrado en personas y grupos sociales marginados en la sociedad: músicos de jazz, enfermos mentales, fumadores de marihuana. Estos últimos son el centro de atención de sólo dos capítulos de Outsiders, pero se encuentran entre los más interesantes de la sociología contemporánea de las drogas.
Para analizar la trayectoria social de los consumidores de cannabis, Becker utiliza el concepto de carrera desviada. La propia noción de carrera, que procede de la investigación ocupacional, se refiere a "una secuencia de movimientos de una posición en un sistema profesional a otra realizada por un individuo que trabaja en ese sistema". Dicho movimiento viene determinado por las condiciones de la carrera, es decir, "los factores de los que depende la transición de una posición a otra".
Para Becker, también es importante que las carreras puedan ser tanto "exitosas" como "fracasadas"y que los individuos, por voluntad propia o debido a diversas circunstancias, puedan detener o reanudar su movimiento profesional.
Una de las principales obras de los modernos estudios sobre drogas es Outsiders, de Howard Becker, un clásico de la sociología moderna. Becker siempre se ha centrado en personas y grupos sociales marginados en la sociedad: músicos de jazz, enfermos mentales, fumadores de marihuana. Estos últimos son el centro de atención de sólo dos capítulos de Outsiders, pero se encuentran entre los más interesantes de la sociología contemporánea de las drogas.
Para analizar la trayectoria social de los consumidores de cannabis, Becker utiliza el concepto de carrera desviada. La propia noción de carrera, que procede de la investigación ocupacional, se refiere a "una secuencia de movimientos de una posición en un sistema profesional a otra realizada por un individuo que trabaja en ese sistema". Dicho movimiento viene determinado por las condiciones de la carrera, es decir, "los factores de los que depende la transición de una posición a otra".
Para Becker, también es importante que las carreras puedan ser tanto "exitosas" como "fracasadas"y que los individuos, por voluntad propia o debido a diversas circunstancias, puedan detener o reanudar su movimiento profesional.
En "Outsiders", el concepto de carrera se transforma del ámbito profesional y se aplica a las trayectorias sociales de los individuos. Becker distingue dos grandes grupos de carreras sociales: los conformistas y los desviados.
Los conformistas construyen carreras de personas "normales", que se acostumbran gradualmente a instituciones y formas de comportamiento generalmente reconocidas. Al igual que en las carreras profesionales, en las carreras sociales un paso está relacionado con otro: para ser normal, hay que graduarse en la escuela, ir a la universidad, conseguir un trabajo, casarse, etcétera. Al mismo tiempo, no se puede ir a la cárcel, consumir drogas o tener problemas mentales.
Como escribe Becker: "La persona normal no debería interesarse por las drogas porque hay mucho más en juego que el placer inmediato; puede creer que su trabajo, su familia y su reputación entre sus vecinos dependen de que siga evitando la tentación".
Sin embargo, hay personas que de alguna manera consiguen mantenerse al margen de las cadenas de la sociedad convencional. Estas personas son consideradas desviadas por la sociedad convencional.
En contraste con las teorías psicológicas y sociales, que ven la desviación como una manifestación de alguna motivación interna de los individuos, Becker sugiere que es el resultado de un proceso de aprendizaje social: el individuo aprende a ser miembro de una subcultura organizada en torno a actividades desviadas.
Los conformistas construyen carreras de personas "normales", que se acostumbran gradualmente a instituciones y formas de comportamiento generalmente reconocidas. Al igual que en las carreras profesionales, en las carreras sociales un paso está relacionado con otro: para ser normal, hay que graduarse en la escuela, ir a la universidad, conseguir un trabajo, casarse, etcétera. Al mismo tiempo, no se puede ir a la cárcel, consumir drogas o tener problemas mentales.
Como escribe Becker: "La persona normal no debería interesarse por las drogas porque hay mucho más en juego que el placer inmediato; puede creer que su trabajo, su familia y su reputación entre sus vecinos dependen de que siga evitando la tentación".
Sin embargo, hay personas que de alguna manera consiguen mantenerse al margen de las cadenas de la sociedad convencional. Estas personas son consideradas desviadas por la sociedad convencional.
En contraste con las teorías psicológicas y sociales, que ven la desviación como una manifestación de alguna motivación interna de los individuos, Becker sugiere que es el resultado de un proceso de aprendizaje social: el individuo aprende a ser miembro de una subcultura organizada en torno a actividades desviadas.
Por ejemplo, la carrera de los fumadores de cannabis incluye tres etapas principales: "dominar la técnica"; "dominar lacapacidadde discernir los efectos"; y "dominar la capacidad de disfrutar de los efectos". Cada una de estas etapas requiere práctica, pero también implica interacciones sociales y un compromiso activo con el contexto cultural y social - por ejemplo, hablar con consumidores más experimentados o familiarizarse con películas y obras literarias que describen el proceso de consumo.
En definitiva, no es una tarea fácil y no todo el mundo lo consigue.En cada etapa algo puede salir mal - y entonces se acaba tu carrera como consumidor, decides que no es para ti.
Completar las tres etapas básicas de aprendizaje es necesario pero no suficiente para una carrera como usuario. El individuo aún debe aprender a lidiar con las poderosas fuerzas de control social que hacen que el consumo de cannabis parezca imprudente, inmoral, o ambas cosas.
El punto importante aquí es que para Becker, la desviación no tiene que ver con la acción de fumar, sino con cómo el resto de la sociedad percibe esta acción. El mayor daño de fumar hierba es precisamente la actitud crítica de la sociedad y de las fuerzas del orden.
La "estigmatización social"puede acarrear problemas en el trabajo, con la familia, los amigos y, en general, afectar negativamente a las interacciones sociales y al estado psicológico del individuo.
En el caso de la intervención de las fuerzas del orden, el fumador puede sufrir importantes pérdidas económicas o ser encarcelado por completo.
En definitiva, no es una tarea fácil y no todo el mundo lo consigue.En cada etapa algo puede salir mal - y entonces se acaba tu carrera como consumidor, decides que no es para ti.
Completar las tres etapas básicas de aprendizaje es necesario pero no suficiente para una carrera como usuario. El individuo aún debe aprender a lidiar con las poderosas fuerzas de control social que hacen que el consumo de cannabis parezca imprudente, inmoral, o ambas cosas.
El punto importante aquí es que para Becker, la desviación no tiene que ver con la acción de fumar, sino con cómo el resto de la sociedad percibe esta acción. El mayor daño de fumar hierba es precisamente la actitud crítica de la sociedad y de las fuerzas del orden.
La "estigmatización social"puede acarrear problemas en el trabajo, con la familia, los amigos y, en general, afectar negativamente a las interacciones sociales y al estado psicológico del individuo.
En el caso de la intervención de las fuerzas del orden, el fumador puede sufrir importantes pérdidas económicas o ser encarcelado por completo.
Apego orientado al objeto
La concepción del consumo de drogas de Becker hacía hincapié en los componentes sociales y culturales del proceso, mientras que la actividad de la propia sustancia se ignoraba o se analizaba a través del prisma de las relaciones culturales y sociales.
Antoni Hennion y Emile Gomart ofrecen otro enfoque en "A Sociology of Attachment:Music Amateurs, DrugUsers". Los sociólogos franceses proponen considerar el propio objeto de consumo como un actor en el proceso de interacciones con los seres humanos.
En su estudio, Hennion y Gomart mezclan la música y la adicción a sustancias. Sólo que no hablan de enamoramiento, sino de apego. Con esta palabra (apego) describen el complejo conjunto de relaciones que surgen entre un individuo y el objeto de su "apego", ya sea la música o la misma Mary Jane.
Según los sociólogos franceses, para que algo te "conmueva", también tienes que esforzarte: pasar por una cierta formación social, desarrollar tus gustos, tus sentidos, tus sentimientos.
Sin embargo, el apego del que hablan Hennion y Gomart implica la presencia de al menos dos actores. La sustancia debe considerarse un actor tan activo en el proceso de consumo como el consumidor.
El actor humano debe pasar por una serie de estados específicos (apertura, paciencia, receptividad, sensibilidad), pero sólo para dejarse dominar y transformar por el objeto de su atracción.
La concepción del consumo de drogas de Becker hacía hincapié en los componentes sociales y culturales del proceso, mientras que la actividad de la propia sustancia se ignoraba o se analizaba a través del prisma de las relaciones culturales y sociales.
Antoni Hennion y Emile Gomart ofrecen otro enfoque en "A Sociology of Attachment:Music Amateurs, DrugUsers". Los sociólogos franceses proponen considerar el propio objeto de consumo como un actor en el proceso de interacciones con los seres humanos.
En su estudio, Hennion y Gomart mezclan la música y la adicción a sustancias. Sólo que no hablan de enamoramiento, sino de apego. Con esta palabra (apego) describen el complejo conjunto de relaciones que surgen entre un individuo y el objeto de su "apego", ya sea la música o la misma Mary Jane.
Según los sociólogos franceses, para que algo te "conmueva", también tienes que esforzarte: pasar por una cierta formación social, desarrollar tus gustos, tus sentidos, tus sentimientos.
Sin embargo, el apego del que hablan Hennion y Gomart implica la presencia de al menos dos actores. La sustancia debe considerarse un actor tan activo en el proceso de consumo como el consumidor.
El actor humano debe pasar por una serie de estados específicos (apertura, paciencia, receptividad, sensibilidad), pero sólo para dejarse dominar y transformar por el objeto de su atracción.
Esta preparación es necesaria para que el objeto de apego pueda revelarse más plenamente. El análisis de las entrevistas con consumidores de drogas y conocedores de música muestra que ambos consideran al sujeto como un agente activo en la situación de interacción. Además, el sujeto puede "perderse a sí mismo" y permitir que la sustancia psicoactiva le controle.
El apego resulta ser así un complejo y frágil conjunto de interacciones en el que tanto el objeto como la persona intentan constantemente ajustarse el uno al otro, volviéndose más activos o pasando a una fase más pasiva.
Es como una novela clásica, con pasiones, traiciones y desengaños, en la que absolutamente cualquier final es posible. Sí, se trata del estudio sociológico más íntimo y a su manera más dulce relacionado con el consumo de drogas.
Los inconvenientes son que los investigadores franceses prestan poca atención a los posibles efectos negativos de las drogas: ruptura familiar, degradación de la personalidad, problemas de salud, pérdida de empleo, inapetencia, trastornos del sueño, irritabilidad, olvidos, etcétera. La lectura de su artículo puede llevar a la falsa suposición de que consumir drogas es apenas más problemático que escuchar tu música favorita.
El apego resulta ser así un complejo y frágil conjunto de interacciones en el que tanto el objeto como la persona intentan constantemente ajustarse el uno al otro, volviéndose más activos o pasando a una fase más pasiva.
Es como una novela clásica, con pasiones, traiciones y desengaños, en la que absolutamente cualquier final es posible. Sí, se trata del estudio sociológico más íntimo y a su manera más dulce relacionado con el consumo de drogas.
Los inconvenientes son que los investigadores franceses prestan poca atención a los posibles efectos negativos de las drogas: ruptura familiar, degradación de la personalidad, problemas de salud, pérdida de empleo, inapetencia, trastornos del sueño, irritabilidad, olvidos, etcétera. La lectura de su artículo puede llevar a la falsa suposición de que consumir drogas es apenas más problemático que escuchar tu música favorita.
El monstruo de la rave
Las sustancias psicoactivas y la música se combinan en otro estudio sumamente interesante y teóricamente significativo: "An assemblage of desire, drugs and techno // J. Fitzgerald". Se trata de un antropólogo postmoderno armado con múltiples entrevistas a DJs, promotores y ravers, así como con todo un año de observaciones etnográficas en raves legales e ilegales de Melbourne.
Fitzgerald ve la cultura rave como la cultura de una tribu translocal y situacional que cae en un éxtasis "urbano" impío los fines de semana y elige naves industriales o clubes abandonados para llevar a cabo su sucio culto. Las drogas, en la mayoría de los casos, son uno de los elementos clave de las raves.
Según Fitzgerald, las drogas durante una rave pueden desempeñar múltiples funciones, y simultáneamente.
En primer lugar, inducen el propio éxtasis que se dispersa por el cuerpo colectivo de la rave, uniendo ese cuerpo, fijando su tensión y sensibilidad.
En segundo lugar, las drogas actúan como una especie de mediador entre el cuerpo del raver y su entorno, especialmente la música.
Muchos ravers describen sus experiencias bajo la influencia de sustancias como una fusión completa con la música, disolviéndose en ella, cuando tu cuerpo se convierte sólo en una extensión del ritmo, su encarnación. Baile-música-droga es el eje básico del montaje rave. Sin embargo, el truco está en montar situaciones únicas a partir de casi los mismos componentes básicos cada vez.
Las sustancias psicoactivas y la música se combinan en otro estudio sumamente interesante y teóricamente significativo: "An assemblage of desire, drugs and techno // J. Fitzgerald". Se trata de un antropólogo postmoderno armado con múltiples entrevistas a DJs, promotores y ravers, así como con todo un año de observaciones etnográficas en raves legales e ilegales de Melbourne.
Fitzgerald ve la cultura rave como la cultura de una tribu translocal y situacional que cae en un éxtasis "urbano" impío los fines de semana y elige naves industriales o clubes abandonados para llevar a cabo su sucio culto. Las drogas, en la mayoría de los casos, son uno de los elementos clave de las raves.
Según Fitzgerald, las drogas durante una rave pueden desempeñar múltiples funciones, y simultáneamente.
En primer lugar, inducen el propio éxtasis que se dispersa por el cuerpo colectivo de la rave, uniendo ese cuerpo, fijando su tensión y sensibilidad.
En segundo lugar, las drogas actúan como una especie de mediador entre el cuerpo del raver y su entorno, especialmente la música.
Muchos ravers describen sus experiencias bajo la influencia de sustancias como una fusión completa con la música, disolviéndose en ella, cuando tu cuerpo se convierte sólo en una extensión del ritmo, su encarnación. Baile-música-droga es el eje básico del montaje rave. Sin embargo, el truco está en montar situaciones únicas a partir de casi los mismos componentes básicos cada vez.
Otra función de las drogas es producir "monstruosidad", es decir, estados y situaciones tan negativos que, al formar parte también de la rave, marcan su frontera oscura.
Hablamos de sobredosis y badtrips, a consecuencia de los cuales el cuerpo del raver se convierte en el de un "monstruo"completamente ingobernable y disfuncional.
Esta monstruosidad, que a primera vista no parece pertenecer a la cultura rave, puede verse como su elemento constitutivo, el elemento que introduce la imprevisibilidad y la novedad, a través del cual el rave siempre tiene el potencial de convertirse en otra cosa.
Hablamos de sobredosis y badtrips, a consecuencia de los cuales el cuerpo del raver se convierte en el de un "monstruo"completamente ingobernable y disfuncional.
Esta monstruosidad, que a primera vista no parece pertenecer a la cultura rave, puede verse como su elemento constitutivo, el elemento que introduce la imprevisibilidad y la novedad, a través del cual el rave siempre tiene el potencial de convertirse en otra cosa.
"Durante una rave son posibles cambios corporales que son imposibles en cualquier otro entorno. Aquí existe la posibilidad de una epidemia monstruosa, una intensidad increíble de flujos que forman un rizoma que, a su vez, genera un proceso imparable de infección. Puede ser una experiencia "maravillosa", "monstruosa" y "nómada" del desorden".
- dice Fitzgerald.
- dice Fitzgerald.
Inenarrable
Mientras que el estudio de Fitzgerald, como todos los anteriores, se basa en el análisis de lo que se dice sobre las sustancias, el artículo de Valverde y O'Malley se centra en algo de lo que no se suele hablar en estrecha relación con las drogas en las sociedades contemporáneas: el placer.
En "Pleasure, Freedom and Drugs:The Uses of 'Pleasure' in Liberal Governance of Drug and Alcohol Consumption", los investigadores intentan comprender cómo se regulan y reformulan los regímenes discursivos del discurso público sobre las drogas y su consumo. Su tesis principal es que, en los debates políticamente relevantes de hoy en día sobre estos temas, el placer casi nunca es un argumento, y la mayoría de las veces ni se habla de él ni se menciona en absoluto.
La exclusión o estigmatización de la categoría de "placer" en el debate sobre el consumo de drogas tiene su propia historia y sigue teniendo un impacto significativo en cómo entendemos y qué decimos sobre las drogas.
Mientras que el estudio de Fitzgerald, como todos los anteriores, se basa en el análisis de lo que se dice sobre las sustancias, el artículo de Valverde y O'Malley se centra en algo de lo que no se suele hablar en estrecha relación con las drogas en las sociedades contemporáneas: el placer.
En "Pleasure, Freedom and Drugs:The Uses of 'Pleasure' in Liberal Governance of Drug and Alcohol Consumption", los investigadores intentan comprender cómo se regulan y reformulan los regímenes discursivos del discurso público sobre las drogas y su consumo. Su tesis principal es que, en los debates políticamente relevantes de hoy en día sobre estos temas, el placer casi nunca es un argumento, y la mayoría de las veces ni se habla de él ni se menciona en absoluto.
La exclusión o estigmatización de la categoría de "placer" en el debate sobre el consumo de drogas tiene su propia historia y sigue teniendo un impacto significativo en cómo entendemos y qué decimos sobre las drogas.
Valverde y O'Malley muestran que, aunque los discursos sobre las drogas han cambiado en muchas sociedades a lo largo de la historia, desde el siglo XVIII hasta el enfoque moderno de "minimización de daños", siempre han explicado el consumo por algo distinto a lo que convencionalmente se puede llamar el placer del proceso y sus resultados.
Por ejemplo, el consumo de alcohol fuerte, y más tarde de cualquier tipo de alcohol, desde el siglo XVIII hasta mediados del XIX se explicaba por el hecho de que las clases bajas eran como animales (recurrir a la botella entre las clases altas no era problemático) y no podían controlar adecuadamente sus instintos y deseos.
Más tarde, el alcoholismo se atribuyó a la influencia opresiva de un estilo de vida cada vez más aislado en la gran ciudad, es decir, se vio como una reacción a la desorganización, las crisis y las injusticias del mundo exterior, que sólo exacerbaban los problemas en lugar de ayudar a resolverlos en absoluto.
El consumo de drogas en el siglo XX se vio primero como un signo de alguna patología interior, luego como un indicador de un estilo de vida asocial, la influencia negativa del entorno social, el resultado de una dependencia psicológica o química, un remedio para la depresión, etcétera.
Incluso el discurso de la "minimización de daños", que tiene fama de ser el más progresista, asocia el consumo de drogas a riesgos potenciales para la salud o de otro tipo. Y el enfoque centrado en la ciencia que lo rodea también considera el consumo únicamente en términos pragmáticos.
- ¿Fumar aumenta la creatividad?
- ¿Y cómo afecta a la memoria?
- ¿Sirven las setas para tratar trastornos psicológicos?
Y así hasta el infinito.
Valverde y O'Malley llegan a la conclusión de que la conexión entre el consumo de drogas y el placer ha sido objeto de una severa y sostenida represión ideológica y de silencio. Argumentan que la lógica política de las sociedades liberales modernas, en las que el placer siempre está ligado a categorías de normalidad y permisibilidad, es la culpable. Aquellos placeres que están asociados a prácticas social y legalmente desaprobadas son inevitablemente demonizados y estigmatizados.
Los discursos estatales sobre las drogas y el alcohol tienden a pasar por alto el placer como motivo de consumo y, en su lugar, ofrecen una visión del consumo relacionada con la compulsión, el dolor y la patología.
Se argumenta que el consumo problemático de drogas no está causado por la búsqueda de placer, sino por cosas como la "esclavitud de la voluntad"; los "impulsos conductuales" en muchas teorías psicológicas modernas; o algún otro fallo o defecto corporal, social o psicológico que empuja a las personas a "acciones irracionales".
No obstante, piden que se elimine la censura ideológica al hablar de drogas, aunque sólo sea porque la censura impide una conversación adecuada.
Valverde y O'Malley llegan a la conclusión de que la conexión entre el consumo de drogas y el placer ha sido objeto de una severa y sostenida represión ideológica y de silencio. Argumentan que la lógica política de las sociedades liberales modernas, en las que el placer siempre está ligado a categorías de normalidad y permisibilidad, es la culpable. Aquellos placeres que están asociados a prácticas social y legalmente desaprobadas son inevitablemente demonizados y estigmatizados.
Los discursos estatales sobre las drogas y el alcohol tienden a pasar por alto el placer como motivo de consumo y, en su lugar, ofrecen una visión del consumo relacionada con la compulsión, el dolor y la patología.
Se argumenta que el consumo problemático de drogas no está causado por la búsqueda de placer, sino por cosas como la "esclavitud de la voluntad"; los "impulsos conductuales" en muchas teorías psicológicas modernas; o algún otro fallo o defecto corporal, social o psicológico que empuja a las personas a "acciones irracionales".
No obstante, piden que se elimine la censura ideológica al hablar de drogas, aunque sólo sea porque la censura impide una conversación adecuada.