¿Es el cannabis una panacea para las enfermedades digestivas? (PARTE II)

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Efecto del cannabis sobre las náuseas y los vómitos
Los receptores cannabinoides se encuentran a lo largo de las vías de las náuseas en el sistema periférico y el SNC, incluidas las áreas asociadas con la generación de náuseas y vómitos (en particular las áreas postrema y del complejo vagal dorsal). Los agonistas cannabinoides probablemente inhiben el reflejo nauseoso. Los estudios en animales han demostrado que la activación del SCE suprime la liberación de serotonina de las células enterocromafines e inhibe las vías de la neuroquinina inducidas por la Sustancia P, ejerciendo así un efecto antiemético. Las enzimas que regulan el SCE, como la FAAH, la diacilglicerolipasa y la fosfolipasa D específica de la N-acil-fosfatidiletanolamina, también pueden afectar a los procesos del SNC, aunque hasta ahora sólo se han obtenido datos relevantes de forma experimental. El uso de cannabis y cannabinoides como antieméticos se ha estudiado principalmente en pacientes que reciben quimioterapia que induce náuseas y vómitos. En un metaanálisis de 28 estudios, que incluía nabilona, dronabinol y levonantradol, extracto de cannabis nabiximols y THC, el uso de cannabinoides fue más eficaz que el placebo y los fármacos de comparación como alizaprida, hidroxicina, metoclopramida y ondansetrón, aunque los resultados no fueron estadísticamente significativos. Es importante señalar que la farmacodinámica y la farmacocinética de estos compuestos pueden influir en su eficacia, ya que los fármacos más nuevos muestran mejores resultados.
Lasdirectrices oncológicas recientes recomiendan el dronabinol como "terapia de rescate" para las náuseas y los vómitos inducidos por la quimioterapia.
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Se han realizado menos estudios sobre el cannabis como antiemético durante el embarazo. No se recomienda el consumo de cannabis durante el embarazo porque faltan pruebas de sus beneficios y seguridad. Sin embargo, una encuesta telefónica reciente indica que muchos proveedores de atención sanitaria en algunos estados de Estados Unidos (por ejemplo, Colorado) siguen recomendando el cannabis a las pacientes embarazadas para reducir las náuseas y prevenir los vómitos.

Síndrome de hiperémesiscannábica
Los casos de síndrome de hiperémesis cannábica (SHC) han aumentado desde la legalización del cannabis medicinal. Este síndrome se considera ahora un posible efecto secundario en algunos pacientes. El CHS es más frecuente en personas que han consumido marihuana durante mucho tiempo y con bastante frecuencia (diariamente durante 1 año o más), así como en adolescentes y hombres jóvenes. Los mecanismos del CHS aún no están claros. El consumo crónico de cannabis puede reducir la expresión de CB1 en personas con determinadas variantes genéticas, lo que disminuye el umbral de náuseas. La diferente composición de los productos del cannabis (proporción THC/CBD) puede ser importante.

Los pacientes con CHS presentan síntomas similares a los del síndrome de vómitos cíclicos (CVS), y es posible que el CHS sea también un subtipo del CVS. Sin embargo, a diferencia del CHS, el CVS es más frecuente en mujeres y suele asociarse a comorbilidades psicológicas como ansiedad y disforia, migrañas y cefaleas. Es importante destacar que algunos pacientes con CVS muestran mejoría tras automedicarse con cannabis.
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En los pacientes con CHS, los síntomas son episódicos y suelen desaparecer tras tomar una ducha caliente. La desaparición de los síntomas tras dejar de consumir cannabis indica un diagnóstico de CHS, por lo que la primera línea de tratamiento es la retirada de la droga. Los fármacos más recetados para el tratamiento a largo plazo son los antidepresivos tricíclicos, las benzodiacepinas, el haloperidol y la capsaicina, que pueden utilizarse en casos de urgencia aguda. Los clínicos deben recordar preguntar sobre los antecedentes de consumo de cannabis cuando evalúen a pacientes con vómitos episódicos y valorar los efectos de los distintos tratamientos.

El sistema endocannabinoide en la obesidad
El SCE regula la ingesta de energía y el apetito afectando a las vías metabólicas centrales y periféricas. La activación del SCE acelera los procesos anabólicos, promueve un balance energético positivo y la conservación de la energía. En el SNC existe un control estricto del metabolismo mediante la producción de endocannabinoides "a demanda" cuando aumentan las necesidades energéticas, un aumento y una disminución de los niveles de endocannabinoides durante los estados de ayuno y consumo de alimentos, respectivamente. Los efectos del ECS sobre el metabolismo pueden regularse mediante la neuromodulación retrógrada del CB1 presináptico en vías excitatorias e inhibitorias en respuesta a las demandas energéticas. Las ECS también afectan a las vías homeostáticas en el hipotálamo y el tronco encefálico modificando las hormonas anorexigénicas (como la leptina) y orexigénicas (como la grelina). En las personas con sobrepeso, la producción de leptina se reduce, lo que provoca una disminución de la inhibición de los niveles de endocannabinoides, que contribuye a la resistencia a la insulina.
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El SNC también afecta a la ingesta de energía al influir en las vías de regulación del comportamiento en el sistema mesolímbico. Por ejemplo, los niveles de endocannabinoides se elevan tras el consumo de alimentos apetecibles. Se cree que el ECS inhibe las neuronas GABAérgicas, lo que provoca la desinhibición de la producción de dopamina y activa la necesidad de ingerir más alimentos. La estimulación orosensorial asociada activa el olfato y el gusto mediados por CB1, aumentando así la ingesta de alimentos, especialmente los dulces.

El ECS también modula el metabolismo periférico y la sensibilidad a la insulina al afectar a los órganos digestivos y los músculos esqueléticos. La estimulación del ECS aumenta la resistencia a la insulina, favorece la dislipidemia y aumenta el peso corporal. En los pacientes obesos se observa una activación adicional del SCE a partir de señales endocannabinoides plasmáticas e intestinales aberrantes, que se acompaña de una inhibición de la señalización de saciedad cerebral intestinal y, en última instancia, contribuye a la hiperfagia y al aumento de peso.
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Terapia cannabinoide para la obesidad
CB1 puede ser una de las dianas en el tratamiento de trastornos asociados a cambios en el peso corporal. Se ha observado que el dronabinol aumenta los valores del IMC en pacientes con caquexia asociada al cáncer o al síndrome de inmunodeficiencia adquirida, probablemente al estimular el apetito. Aunque el cannabis beneficia a estos pacientes, sus efectos varían debido a que la dosificación y la farmacocinética no son fiables.

Se ha descubierto que los antagonistas CB1 favorecen la pérdida de peso en personas obesas, pero van acompañados de efectos secundarios negativos. Un metaanálisis de ensayos aleatorizados de rimonabant mostró que los pacientes perdían una media de 4,7 kg en comparación con el placebo tras 1 año de uso (intervalo de confianza del 95%). Desgraciadamente, los pacientes que recibían rimonabant presentaban niveles elevados de depresión y ansiedad, y el riesgo de sufrir efectos adversos graves, incluida la ideación suicida, se multiplicaba por 1,4. Por ello, el rimonabant ha sido retirado del mercado farmacéutico. El taranabant tuvo efectos similares en cuanto a cambios en el peso corporal; la dosis más alta (2 mg una vez al día) produjo una pérdida de 6,7 kg al cabo de 52 semanas. Sin embargo, preocupaciones similares sobre los efectos secundarios llevaron a la interrupción de los estudios. Se sintetizaron antagonistas CB1 periféricos para reducir el riesgo de efectos secundarios.
Encomparación con el rimonabant, el antagonista CB1 de segunda generación TM-38837 tiene una capacidad reducida de penetrar en el SNC, aunque su actividad periférica también es menor.
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Consumo de cannabis en pacientes obesos
Los estudios epidemiológicos han demostrado una menor incidencia de obesidad entre los consumidores crónicos de cannabis. Esto parece estar relacionado con una baja expresión de CB1 debida al consumo prolongado de cannabis o a diferencias en las manifestaciones fenotípicas en distintas poblaciones. A pesar de las pruebas de que el CB1 contribuye al metabolismo energético, otros componentes aún inexplorados del ECS, como el CB2, también pueden afectar a los procesos metabólicos que conducen a la pérdida de peso. Una mayor investigación de estas vías podría conducir a nuevas terapias.

Cannabis and liver disease
La activación de CB1 puede afectar al metabolismo de los lípidos, la sensibilidad a la insulina y el desarrollo de esteatosis hepática. En ratones, la activación de CB1 en los hepatocitos aumenta la síntesis de ácidos grasos de novo e incrementa la expresión de enzimas lipogénicas como la sintasa de ácidos grasos, lo que conduce a la acumulación de lípidos y a la esteatosis. Esto se confirmó en estudios con desactivación de CB1 en ratones, que no desarrollaron esteatosis hepática tras seguir una dieta rica en grasas. Los estudios con seres humanos también han demostrado el papel del CB1 en el desarrollo de la NAFLD. Por ejemplo, en un ensayo aleatorizado, los pacientes que recibieron rimonabant durante 48 semanas presentaron una disminución de la esteatosis hepática. Desgraciadamente, el rimonabant se ha dejado de utilizar debido a sus efectos secundarios psicotrópicos.

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Se ha descubierto que el consumo crónico de cannabis puede provocar una disminución del peso corporal y de la gravedad de la esteatosis hepática. En un estudio de grandes consumidores de cannabis tratados por drogadicción, se encontraron niveles normales de enzimas hepáticas que no se correlacionaban con los niveles de THC o sus metabolitos. En otro estudio basado en la población, se observó que los consumidores de cannabis tenían una menor prevalencia de NAFLD en comparación con los controles. Entre los consumidores crónicos de cannabis, la prevalencia de NAFLD en pacientes dependientes era un 43% menor en comparación con los consumidores episódicos. En principio, estos hallazgos son contrarios a los efectos fisiológicos de los endocannabinoides y su acción sobre los receptores cannabinoides. Una posible razón sugerida por Dibba et al. es que el consumo prolongado de cannabis disminuye la tolerancia al THC, así como la densidad CB1, acompañada de una menor actividad CB1 en general. Otro posible mecanismo es el denominado "efecto envolvente", por el que otros componentes del cannabis, como el THC y la tetrahidrocannabivarina, reducen la activación de CB1, contribuyendo a reducir la esteatosis y la inflamación hepáticas. Esta teoría está respaldada por el hecho de que el CBD y la tetrahidrocannabivarina (en dosis altas) son antagonistas de CB1 y CB2.

Curiosamente, los exocannabinoides tienen efectos antiinflamatorios y pueden prevenir el desarrollo de NAFLD mediante la inhibición de las citoquinas. Esto se debe probablemente a los efectos antagonistas del CBD sobre el CB2. Lamentablemente, se ha interrumpido un estudio sobre los efectos del rimonabant en pacientes con esteatohepatitis no alcohólica debido a problemas de seguridad. El namacizumab, que es un anticuerpo alostérico negativo contra el CB1 diseñado para suprimirlo, es el primer agente biológico de restricción periférica diseñado para tratar la NAFLD actuando sobre el SCE. Sus ensayos clínicos están actualmente en curso.

Cannabis and pancreatic diseases
CB1 and CB2 have also been found to be expressed in the pancreas, drawing increased attention to the role of cannabis in acute pancreatitis and chronic pancreatitis. Se ha descubierto que la pancreatitis aguda se caracteriza por una inflamación en la que el consumo de cannabis puede desempeñar un papel, aunque todavía no está claro si el cannabis es un factor contribuyente o debilitante. Una reciente revisión sistemática ha demostrado que el cannabis puede actuar como una de las causas de la denominada pancreatitis idiopática. Un estudio de cohortes de 460 pacientes con un primer episodio de pancreatitis aguda mostró una elevada prevalencia de consumo de cannabis en la pancreatitis aguda de cualquier etiología (10%), incluidos los casos designados como idiopáticos.
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En ratones con pancreatitis aguda inducida por ceruleína, la infusión del agonista CB1 anandamida aumentó la gravedad de la pancreatitis. Se cree que el CB1 puede activar la respuesta inflamatoria en el páncreas potenciando la producción de TNF-a, en contraste con sus efectos anti-TNF en otras partes del tracto gastrointestinal. Por el contrario, algunos estudios han demostrado que el cannabis puede proteger contra el desarrollo de pancreatitis aguda. Según la mayor base de datos de pacientes hospitalizados hasta la fecha, los pacientes que consumieron cannabis tuvieron una evolución más leve de la pancreatitis aguda y menos muertes y complicaciones graves en comparación con los pacientes que no consumieron cannabis.

Se cree que el proceso inflamatorio visceral en la pancreatitis está probablemente asociado con la activación del SCE. Estos datos proporcionan una base para probar el valor terapéutico de los cannabinoides como terapias complementarias como analgésicos y agentes antiinflamatorios.
Laincoherencia de los datos disponibles puede deberse a diferencias en la dosificación o el método de administración del cannabis, por lo que es necesario seguir investigando.
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Cannabis y enfermedad inflamatoria intestinal (EII)
El SCE puede modular la patogénesis de la EII, como demuestra la correlación entre los genotipos de los receptores cannabinoides y la naturaleza de la EII. Así, el polimorfismo CB2 188-189 GG/GG ADN complementario se asoció con una disminución del doble en la inhibición de la proliferación de células T inducida por endocannabinoides. La variante CB2 R63 se asoció significativamente con la presencia de EII, especialmente la enfermedad de Crohn. El polimorfismo CB1 p.Thr453Thr parece modular la susceptibilidad a la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Los pacientes con enfermedad de Crohn homocigotos para el polimorfismo FAAH p.Pro129Th tenían más probabilidades de padecer una enfermedad grave asociada a fístulas y manifestaciones extraintestinales, y los pacientes con colitis ulcerosa homocigotos para esta mutación presentaban una aparición más temprana de la enfermedad. A pesar de los importantes avances en la terapia de la EII, muchos pacientes no responden al tratamiento y algunos recurren a terapias alternativas, incluido el cannabis, como demuestran los datos de las encuestas.

A pesar de las numerosas pruebas preclínicas de que los fármacos cannabinoides pueden reducir la inflamación intestinal, aún no se han realizado muchos ensayos clínicos. Se conocen dos revisiones Cochrane de estudios aleatorizados de pacientes con enfermedad de Crohn (3 estudios) y colitis ulcerosa (2 estudios). En un estudio de 21 pacientes con un índice de actividad de la enfermedad de Crohn >200, se les asignó aleatoriamente a grupos que recibían cannabis con THC o placebo. Se alcanzó la remisión completa en 5 de 11 pacientes del grupo de cannabis (45%) y en 1 de 10 sujetos del grupo placebo que no alcanzaron los criterios de valoración primarios del estudio. Sin embargo, se observó una respuesta clínica en 10 de los 11 sujetos del grupo del cannabis. Los pacientes también informaron de una mejora del apetito y de la calidad del sueño sin efectos secundarios significativos. Así pues, estos estudios confirmaron datos experimentales anteriores y concluyeron que los preparados de cannabis pueden ser interesantes para el tratamiento de la enfermedad de Crohn.
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Conclusiones
El SCE desempeña un papel esencial en el mantenimiento de la homeostasis gastrointestinal. Actualmente existen numerosas pruebas de los efectos antiinflamatorios y antinociceptivos del cannabis y los cannabinoides, por lo que muchos pacientes con patología gastrointestinal podrían beneficiarse de su consumo. Varios estudios apoyan la utilidad del cannabis o los cannabinoides en pacientes con patología gastrointestinal funcional, incluyendo la gastroparesia y el síndrome del intestino irritable, así como la enfermedad inflamatoria intestinal, la NAFLD y la obesidad. Los estudios actuales suelen arrojar resultados contradictorios, lo que subraya una vez más la complejidad y diversidad de las vías de interacción de los SCE con el GI y otros órganos y sistemas. Futuros estudios que evalúen no sólo los receptores cannabinoides, sino también la síntesis y degradación de diversas enzimas relacionadas con los endocannabinoides, así como nuevos agentes terapéuticos de restricción periférica, podrían conducir a nuevas estrategias terapéuticas que utilicen el cannabis y sus derivados para tratar enfermedades gastrointestinales.
Porsupuesto, a pesar de los numerosos y alentadores resultados terapéuticos, los cannabinoides no deben considerarse una nueva panacea: se necesita más investigación para aclarar su eficacia y sus posibles efectos nocivos.
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