¿Por qué es tan difícil dejar la cocaína?

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La forma más inteligente de tomar una decisión es "sopesar" todas las acciones de antemano. Sin embargo, a menudo hacemos esto y no aquello, simplemente por costumbre... a menos que pensemos en ello. Resulta que los cocainómanos forman hábitos más fuertes que el resto de la gente. Ahí radica su mayor debilidad y quizá la clave de su curación.

Tres formas de comportamiento
A principios del siglo XX, Ivan Pavlov ya había formado la doctrina de los arcos reflejos, que se propuso para explicar todo el comportamiento animal. El esquema reflejo es fundamentalmente simple: un animal reconoce una señal que precede a algún estímulo y elige si evitar o no esta señal. Un estímulo puede ser cualquier cosa de valor positivo o negativo: una descarga eléctrica, comida, agua, dinero. Aunque los reflejos desempeñan un papel importante en nuestras vidas, no pueden explicar todo el comportamiento animal (Figura 1).

Ver archivo adjunto cziCHbTrgq.jpg

En el reflejo de Pavlov la señal procede necesariamente del exterior, pero en realidad las acciones que preceden al estímulo pueden ocupar el lugar de la señal. Una forma de comportamiento en la que un animal elige cómo actuar basándose en consideraciones de productividad se denomina acción dirigida a un objetivo.

Los reflejos pavlovianos y las acciones dirigidas a un objetivo pueden entrelazarse en una única respuesta conductual. La fuerza de estos dos comportamientos depende tanto de la frecuencia del estímulo (por ejemplo, la frecuencia con la que un ratón recibe agua azucarada en respuesta a la presión de una palanca) como de la fuerza del estímulo (cuánto mejor le sabe esa agua). A medida que el estímulo se debilita, también lo hace el comportamiento que siguió.

Pero con la repetición constante de acciones intencionadas, pueden surgir hábitos, la tercera forma de comportamiento. Los hábitos son relativamente resistentes a los cambios en la fuerza e incluso el signo de un estímulo, es decir, a su devaluación. Si un ratón de laboratorio ha desarrollado el hábito de empujar la palanca para conseguir comida, ni siquiera el hecho de darle comida amarga afectará a la frecuencia del empuje.

Un ejemplo interesante de este comportamiento en humanos es comer palomitas en el cine. Los comedores habituales de palomitas en un experimento de 2011 eran igual de buenos comiendo palomitas, tanto si estaban frescas como si tenían una semana, mientras que las personas sin el hábito de hacer palomitas en el cine preferían claramente las palomitas frescas.
Al mismo tiempo, resultó que el hábito se manifestaba solo en un contexto muy estrecho: para evitar la comida automática, bastaba con pedir a los sujetos que comieran solo con la mano que no seguía.

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Los hábitos son sorprendentemente desadaptativos: la situación puede haber cambiado hace tiempo, pero el hábito persiste, aunque sea perjudicial. Sin embargo, los hábitos son útiles porque nos permiten actuar sin gastar esfuerzo mental. La energía cerebral liberada por el automatismo puede emplearse en actividades más importantes. Por ejemplo, al actuar por hábito, podemos lavarnos los dientes y pensar al mismo tiempo en los planes de vacaciones.

Hábito y adicción
En el desarrollo de la drogadicción, la formación de hábitos tiene una importancia clave. Si consideramos el alcoholismo, en la fase inicial de desarrollo de esta enfermedad, una persona bebe bebidas fuertes de forma episódica y disfruta plenamente de las sensaciones placenteras. Esto puede denominarse una acción intencionada, en la que una persona bebe conscientemente para sentirse bien. Pero en la transición al consumo regular, la persona empieza a beber no por la euforia y la relajación, sino simplemente por costumbre.

La independencia de los hábitos del refuerzo hace que el alcohol ya no proporcione la alegría anterior, pero esto no tiene ningún efecto en el comportamiento: el hábito dice que hay que beber, pase lo que pase. Y finalmente llega la adicción en toda regla, que, a diferencia del hábito, es mucho más difícil de dominar.

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Conflicto de intereses
Los hábitos y las acciones intencionadas se apoyan en estructuras cerebrales diferentes. En la fase inicial del aprendizaje, que requiere un esfuerzo consciente, el núcleo caudado es extremadamente importante, y en una fase posterior, durante la formación del hábito, las acciones están controladas por el putamen.

En la situación en la que una persona intenta resistirse al hábito, se produce un conflicto de estas estructuras. El resultado del enfrentamiento viene determinado por el equilibrio de las excitaciones procedentes de cada una de ellas.
Por ejemplo, en los pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo el equilibrio está fuertemente sesgado hacia el putamen, de modo que se convierten en esclavos de sus hábitos y pueden, por ejemplo, lavarse las manos cien veces al día.

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Los hábitos de los cocainómanos
La cocaína es una potente droga estimulante. Es la segunda droga ilícita más común en el mundo después de la marihuana. El consumo de cocaína aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y suprime el sistema inmunitario. Pero la adicción a la cocaína es doblemente peligrosa porque no existe ningún tratamiento farmacológico desarrollado para ella, sólo psicológico, basado en el método del palo y la zanahoria. Pero, ¿hasta qué punto es eficaz este método?

Para averiguarlo, un grupo de científicos británicos dirigidos por Karen Hersche realizó experimentos con 125 personas, entre las que había 72 cocainómanos y 53 personas sin experiencia en el consumo de drogas.

En uno de los experimentos, se pidió a las personas que ganaran vales para un supermercado. Para conseguir puntos que se sumaban al importe del vale, los sujetos tenían que pulsar el botón correcto cuando aparecía la imagen de un animal en el monitor.

Tras el entrenamiento, la recompensa se devaluó: pulsar el botón derecho en algunas imágenes no daba puntos, pero a veces los sujetos seguían pulsándolo por costumbre. En este experimento, resultó que los adictos a la cocaína no sólo aprendían peor la conexión entre sus acciones y el resultado, sino que también eran menos sensibles a la devaluación de la recompensa.
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Explicación de la imagen: Un experimento para determinar la fuerza de un hábito.
A
- durante el entrenamiento, se mostraba la imagen de un animal (estímulo) en el monitor y se pedía al participante que pulsara uno de dos botones (acción). Cuando se pulsaba el botón correcto, aparecía la imagen del segundo animal (resultado) y el participante recibía 5 puntos (recompensa). Con el tiempo, los sujetos asociaban la primera imagen, la segunda y el botón que las vinculaba. El entrenamiento consistió en 8 series de 12 ensayos. En la última serie, parecía que los cocainómanos pulsaban el botón correcto con un 10% menos de frecuencia.

B - En el siguiente experimento, se mostraban dos imágenes de resultado cada una, una de las cuales estaba tachada. Para conseguir puntos, había que pulsar el botón correspondiente a la imagen no tachada (en este caso, la correcta). Los cocainómanos se equivocaban un 15% más de veces, lo que indica una peor asimilación de la conexión entre sus acciones y el resultado.

C - Por último, el monitor mostraba todas las imágenes de resultado posibles, dos de las cuales estaban tachadas. A continuación, aparecían y se sustituían rápidamente las imágenes de estímulo, ante las que sólo había que reaccionar si el resultado correspondiente no estaba tachado. Para realizar la tarea correctamente, era necesario suprimir conscientemente el hábito de reaccionar ante el estímulo. En este caso, el sujeto tenía que reaccionar sólo ante la imagen del elefante, pero no ante la imagen del SEAL. Como resultado, los adictos a la cocaína reaccionaron cuando no lo necesitaban un 20% más a menudo.

Otro experimento probó la reacción de los adictos a la cocaína a las descargas eléctricas. Después de que aparecieran las imágenes en el monitor, se aplicaba una descarga en uno de los brazos, que podía evitarse si se tenía tiempo de pisar el pedal del lado adecuado. Tras el entrenamiento, los investigadores comunicaron a los sujetos que uno de los electrodos de los brazos ya no funcionaba.

El resultado fue que los cocainómanos tenían un 20% menos de probabilidades de pisar el pedal correcto para evitar una descarga eléctrica, incluso después de que se apagara un electrodo (devaluando el estímulo).
Curiosamente,un entrenamiento más prolongado no contribuyó al hábito de pisar el pedal incluso después de la devaluación.

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Explicaciónde la imagen: experimento sobre la evitación de un estímulo negativo (corriente eléctrica).
A - Durante una breve introducción al montaje, se mostró a los sujetos una imagen en un monitor (estímulo), seguida de una descarga eléctrica en una de sus manos (resultado).

B - A continuación, se explicó a los sujetos que una descarga en la mano izquierda o derecha podía evitarse pisando varias veces el pedal correspondiente (respuesta). Los cocainómanos consiguieron pisar el pedal correcto un 20% menos a menudo que el grupo de control.

C,D - Después de 12 o 120 ensayos de este tipo, se devaluó el estímulo: se desconectó uno de los electrodos. Sin embargo, por costumbre, los sujetos siguieron pisando el pedal, aunque no fuera necesario. Y ambos grupos de sujetos lo hicieron con la misma frecuencia.

Estos dos experimentos demostraron que en los cocainómanos las acciones intencionadas son mucho más fáciles de convertir en hábitos y, al mismo tiempo, los adictos aprenden peor bajo la influencia de estímulos condicionados (dinero) e incondicionados (corriente). Los autores del estudio atribuyen este hecho a que los cerebros de los adictos a la cocaína tienen niveles reducidos de dopamina, un neurotransmisor que media en los efectos observados. Sin embargo, aún no está claro si estas características del comportamiento son un requisito previo o sólo una consecuencia de la adicción a la cocaína.

Los resultados de este trabajo también hacen referencia a otro publicado recientemente, que también demostró que los adictos son mucho más fáciles de formar hábitos y mucho más difíciles de abandonarlos que las personas sin adicción.
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¿Cómo tratar una adicción en un caso así?
Para formular una terapia contra la adicción, es necesario comprender en qué difieren las reacciones del paciente de las de una persona sana.

En el caso de este tipo de pacientes, es probable que el castigo resulte ineficaz porque los consumidores de cocaína tienen una respuesta reducida a los estímulos negativos. Además, la gran fuerza del hábito interfiere con los cambios conscientes de comportamiento. Los autores sugieren que en el curso de la terapia se formen nuevos hábitos útiles y se prevengan las conductas autodestructivas, a las que los cocainómanos son incapaces de resistirse.
 

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